domingo, 16 de febrero de 2014

Guerra total

¡Saludos lectores! El tema que nos ocupa hoy es bastante interesante: Guerra total, o cómo destruir un país. La carrera armamentística hoy en día sigue más viva que nunca. Muchos países invierten grandes porcentajes de su PIB en investigación militar. Nadie sabe a dónde conducirá todo esto, si simplemente será una escalada armamentística sin fin, o si algún día estallará algo como la III guerra mundial que ponga en juego todas estas armas.

Cabe destacar que el fin de todo esto es simplemente disuasorio; es decir, tener una gran capacidad militar hará que otros se lo piensen dos veces antes de atacar. Dicho de otro modo, las armas se fabrican para no usarse, algo paradójico pero cierto. Muchos critican la utilidad o no de todo esto, pero yo lo veo más como un seguro de coche. Todos los años ustedes dedican parte de sus recursos a pagar dichos seguros, pareciendo incluso que se trata de dinero tirado a la basura, sobre todo si son buenos conductores y nunca les pasa nada. Pero… el día que pasa algo… agradecen al cielo por haber tenido seguro. Pues pasa lo mismo con las armas.

La tecnología militar ha sufrido una gran revolución desde la introducción de la electrónica, que ha permitido crear nuevos sistemas de defensa, coordinar equipos e incluso aviones teledirigidos sin necesidad de llevar piloto. La ventaja de la electrónica es brutal, por tanto, quien quiera tener un gran poderío militar debe fijarse en este aspecto, más que en reclutar soldados.

Pero, ¿cuál es el arma definitiva? ¿La que acabará con todos nuestros enemigos? Esta pregunta no tiene respuesta, ya que cada vez que surge un arma, el enemigo ya está ideando como protegerse frente a esa arma, y cuando logra hacerlo, el primero ya está investigando cómo desactivar su protección. No existe el arma definitiva, pero el truco de la guerra consiste en utilizar tus puntos fuertes y atacar los puntos débiles del enemigo, en realizar acciones rápidas e inesperadas, que den al enemigo poco tiempo de respuesta, un único ataque rápido y fulminante que decida la guerra. O también se podría hacer lo contrario, atacar los puntos fuertes del enemigo, ya que con el enemigo podría pensar que no estamos tan locos para cometer esa insensatez, y no esperarían tal acción. En definitiva, la guerra es como una partida de ajedrez.

Seguro que si piensan en guerra del futuro, les vienen a la cabeza las bombas nucleares, Hiroshima y Nagasaki, Chernóbil, etc. Momentos de la historia que queremos borrar de nuestra memoria pero que podrían repetirse. Existen dos tipos de bombas nucleares, las de fusión y las de fisión. Las de fusión constan de un núcleo de algún material radiactivo, átomos de alta masa atómica, como el uranio o el plutonio. La idea consiste en lograr que el núcleo supere la masa crítica en el momento de la detonación. Entonces, los átomos se vuelven inestables y se fragmentan en átomos más pequeños, generando así la fragmentación de átomos vecinos y una rápida reacción en cadena. Estas reacciones liberan una gran cantidad de energía, que es la que genera tales destrozos.

Por otra parte tenemos las armas nucleares de fusión, que están basadas en la energía desprendida al fusionar átomos de hidrógeno, por lo que se conoce popularmente como bomba H. Consta en su interior de una pequeña bomba de fisión y un combustible de algún isótopo de hidrógeno (deuterio o tritio). Cuando se detona la bomba de fisión, el combustible alcanza temperaturas termonucleares, que producen la fusión de los isótopos de hidrógeno, con la consecuente liberación de neutrones y la propagación de dicha reacción, liberando gran energía. Por tanto, no se trata de una bomba de fusión, sino más bien de fusión/fisión, y a veces suele incorporarse material fisible, por lo que se añade otra etapa de fusión, siendo una bomba de fusión/fisión/fusión. Y por tanto, con efectos mucho más devastadores que las de sólo fusión. De hecho, la bomba nuclear más potente jamás detonada, fue la bomba del Zar, por la URSS en 1961, y era una bomba de fisión, que alcanzó el récord de los 50 megatones.

Queda patente pues el enorme poderío de estas bombas, ¿pero por qué aún no se han usado para destruir objetivos enemigos? (exceptuando claro, el caso de Hiroshima y Nagasaki). Porque el efecto de estas armas es tan devastador que existe un miedo generalizado a usarlas, ya que un solo lanzamiento, podría generar una escalada de lanzamientos como respuesta, que dejaría ambos países totalmente destruidos en menos de una hora, según algunas estimaciones. Muchos han denominado esta hora como la hora del Armagedón, aunque a mí me gusta más llamarlo la hora del Juicio Final, en alusión a la película Terminator 3, y sería la duración total de una guerra nuclear, increíblemente corta, pero increíblemente devastadora.



Eso sí, una cosa es tener la tecnología apropiada para destruir un país, pero otra cosa es saber cómo enviar la bomba a su destino. Una opción es montar las bombas en aviones, posicionarse sobre el objetivo y lanzarlas, con los evidentes inconvenientes de tener que desplazar tal pesada carga y riesgos de ser derribados por fuerzas antiaéreas. Lo más efectivo sería montar las bombas sobre misiles balísticos intercontinentales y lanzarlos. Pero se podría dar un paso más allá. En el pasado, cuando surgió la aviación, dominar el cielo era una ventaja estratégica sobre países menos avanzados en ese sentido. Ahora todos los países tienen una fuera aérea, pero sólo dentro de la atmósfera. La dominación del espacio exterior puede dar una ventaja decisiva en una guerra nuclear. Quien domine el espacio podrá atacar impunemente cualquier parte del planeta, sin preocuparse de que le devuelvan el golpe, ya que pocos países tienes la facultad de enviar objetos al espacio, y menos aún con la suficiente precisión y rapidez para destruir un blanco. Además no sólo es útil como estrategia ofensiva, sino también como defensiva, ya que supone una base de misiles perfecta para detectar y neutralizar misiles balísticos intercontinentales que sean lanzados por el enemigo.

Pero no sólo, existen otras armas muy devastadoras. Una que en concreto me ha llamado la atención es el Multi Pulso Electromagnético de gran altitud o HEMP en inglés. Se trata de un arma con el que ya estamos muy familiarizados, pues aparece constantemente en la saga Matrix. Dicha arma crea un campo electromagnético a su alrededor que inutiliza cualquier máquina dentro de su perímetro de acción. Así es como las naves de Sion podían defenderse de los centinelas que le acosaban. Por ejemplo, los asteroides y meteoritos son capaces de generar un EMP. Al impactar contra la Tierra liberan grandes cantidades de energía. Si hubiera alguna ciudad cerca, ésta se quedaría a oscuras.

Sin embargo, las armas nucleares son capaces de generan un multipulso cuando son detonadas. El proceso conlleva tres componentes. En el primero, conocido como E1, la radiación gamma de la bomba ioniza átomos de la alta atmósfera, cuyos electrones salen disparados al 90% de la velocidad de la luz sobre el área afectada. Esto produce una corriente inducida alto voltaje en los circuitos que literalmente los dejan fritos.

El siguiente componente, el E2, que está producido por rayos gamma inelásticos y rayos gamma provenientes de neutrones. Tiene unas características similares a las de un rayo, por lo que los circuitos a menudo están protegidos contra ellos.

Y por último tenemos el E3, que es bien distinto a los anteriores, está causado por la distorsión magnética temporal que genera la detonación, este magnetismo genera una corriente eléctrica de alto voltaje en los circuitos que los inutiliza.

Es posible proteger los circuitos contra estos ataques, aunque evidentemente esta protección es limitada, y además el coste de proteger todos los circuitos de un país sería astronómico, con lo cual sería un ataque muy eficaz. El modo de ataque sería cargar la bomba en un misil balístico intercontinental y enviarlo al país objetivo, haciéndola estallar a gran altitud sobre éste, de esa manera, el multipulso se propaga sobre la superficie. Cabe mencionar que tras un ataque como éste, el país estaría completamente indefenso. Sin electricidad, sin luz, sin teléfonos, etc. Todos los equipos de defensa y ataque quedarían inservibles, y el país totalmente vulnerable a una ofensiva exterior. Pero no sólo eso, también estaría muy expuesto a ataque desde el interior, revueltas, disturbios, pillajes, saqueos, etc. Una situación realmente caótica, que nos haría entender cuán elevada es nuestra dependencia de la electricidad.  

Estas son las posibles formas que podrían adoptar las guerras del futuro. Y por último me gustaría despedirme con una frase de Dwight Eisenhower: “La única manera de ganar la III Guerra Mundial es evitarla”.


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