Los
viajes en el tiempo no están inventados, no están inventados… aún. Pero en el
año 2034 sí que lo estarán. Un grupo de investigadores de una prestigiosa
universidad logró construir una máquina que lo permitía. Actuaba creando un
agujero de gusano artificial y temporal entre dos puntos del tejido
espacio-tiempo. Es decir, que además de viajar en el tiempo, también permitía
viajar en el espacio. Lograron enviar animales como perros o gatos algunas
horas hacia el futuro, confirmando que dichos viajes no resultaban nocivos para
los seres vivos.
El rectorado de la universidad era muy
reacio a publicar estos resultados. Tenía demasiado miedo a la inquietud que
podría provocar la revelación al público general de estos hechos, que sin duda
eran revolucionarios. De modo que los investigadores actuaron con prudencia y
evitaron mencionar nada del asunto. No obstante, no dejaban de preguntarse cómo
se resolverían las paradojas temporales. En especial la paradoja del abuelo. Si
yo retrocedo en el tiempo y mato a mi abuelo, no podré nacer, entonces mi
abuelo no habrá muerto. Era una cuestión que intrigaba mucho, sobre todo al
doctor Wilson, que lideró dicho proyecto, y además él mismo diseñó las
ecuaciones para que éste pudiera ser posible.
Wilson era una persona muy solitaria,
totalmente volcada en el trabajo. Su ambición era lo único que movía su vida, y
en ese momento no podía pensar en otra cosa que no fueran las paradojas
temporales. Sentía una necesidad interna de comprobarlo de primera mano, y tomó
una arriesgada decisión: matar a su abuelo.
Con la excusa de realizar algunos
ajustes técnicos a la máquina, logró entrar en el laboratorio, y puso en marcha
su plan. Fijó la fecha del 29 de agosto de 1952 y se convirtió en la primera
persona en viajar en el tiempo. El viaje apenas lo notó. Nada más activar los
circuitos temporales, se vio de repente en medio de un campo. Dejando la
máquina bien oculta, puso rumbo al pueblo natal de su abuelo, que no estaba muy
lejos. Aquel pueblo era muy pequeño, de no más de 200 habitantes con lo que
encontrar a su abuelo no fue difícil.
Mientras caminaba por la calle
principal, le vio viniendo de dirección opuesta. En ese momento, Wilson se
quedó paralizado, no era apenas consciente de lo que veía. Su abuelo comenzó a
mirarlo de forma extraña, al ser él un forastero. Pero entonces, se escuchó un
ruido en una casa cercana, lo que provocó que el abuelo se girara hacia atrás
para observar lo que había ocurrido. Y Wilson aprovechó para reponerse, sacar
su pistola, apuntar y acabar con la vida de su abuelo.
Lo había hecho, su abuelo yacía sin
vida en el suelo. La gente empezó a asustarse, y Wilson huyó del lugar del
crimen a toda prisa. Cuando logró ponerse a salvo, comenzó a pensar acerca de
lo que había pasado. Él seguía vivo, ¿cómo podía ser posible? No encontró
respuesta. Lo único que pudo hacer es regresar a su tiempo. De modo que se
dirigió a la máquina y puso rumbo a casa, justo después de haberse ido, para no
levantar muchas sospechas.
En cuanto llegó a su laboratorio, algo
extraño pasaba, no parecía su laboratorio, los objetos y equipos parecían
distintos. Lo primero que pensó es que habría llegado a otro laboratorio
distinto. Pero no, pudo comprobar que era el suyo, o el que al menos, estaba
donde debía estar el suyo, aunque no era su laboratorio. Wilson estaba
desconcertado, salió a fuera y observó la placa que había a la entrada, donde
debía poner “Wilson Ph. D.” en realidad ponía “Mason Ph. D.”. Mason era uno de
sus colegas, algo muy raro pasaba.
Mientras se dirigía a la salida, se
cruzó precisamente con Mason, pero ni siquiera le saludó, no parecía conocerle.
Entonces Wilson comprendió la verdad. Al matar a su abuelo, había creado una
nueva realidad alternativa en donde él no había nacido, era el Wilson de esa
realidad el que no había nacido, no él. Él seguía existiendo porque en su
realidad su abuelo no fue asesinado. De modo que estaba allí atrapado, en un
lugar en el que técnicamente no existía. Había resuelto la paradoja temporal
del abuelo, pero debía regresar a casa, donde tenía una vida. De modo que la
solución más viable era regresar a 1952 y evitar matar a su abuelo.
Fue corriendo hacia su laboratorio, se subió
a la máquina y regresó a 1952, a un lugar un poco alejado de donde llegó la
primera vez. Después se dirigió inmediatamente al pueblo, y se encontró consigo
mismo buscando a su abuelo, que quedó estupefacto ante tal encuentro. Wilson le
explicó todo lo que había pasado, e intentó convencerle de que no lo hiciera. Pero
el otro Wilson era muy obstinado, y quería comprobarlo de primera mano. No había
otro remedio, Wilson trató de quitarle la pistola a su alter ego, y el forcejeo
recibió un disparo suyo. Cayó al suelo y quedó muerto. El otro Wilson era ahora
libre para realizar su experimento, y lo hizo todo de la misma manera que su
anterior yo. Mató a su abuelo, regresó al futuro, y comprendió lo de las
realidades alternativas.
Era
momento de recuperar su vida, pero sabía lo que pasó con su otro yo. De modo
que diseñó un plan. Se escondió en una casa abandonada, enfrente del lugar
donde mató a su abuelo. Se encontraba mirando a través de la ventana. El plan
era disparar en el pie a su otro yo, para evitar la muerte de su abuelo. Después
ya podría recogerle y curarle. En cuanto les vio a los dos frente a frente,
sacó la pistola y apuntó. Pero al avanzar un paso adelante para tener mejor
visión, pisó un tablón en mal estado, y se cayó por el agujero que dejó,
perdiendo la vida en aquella caída. De esa manera, su otro yo pudo
tranquilamente matar a su abuelo.
Así
se cerró el círculo, y como consecuencia resultó que el abuelo del Wilson fue
asesinado por una persona que nunca existió.